tl;dr: La noche paceña fue testigo del primer show de Can’Ka No Rey. La crónica del debut acá.
Por: Luis Segovia
Por: Luis Segovia
El
cronista venía con el ánimo por el piso, al entrar en Zona Roll y zafar de pagar la
entrada las cosas mejoraron.
El cronista saluda a Cortez,
vocalista y guitarrista de la banda que había ido a ver. La banda en
cuestión era Can’Ka No Rey, la nueva agrupación heredera de la banda La
Tercera, que reposicionando a Cortez al frente retomaba la búsqueda
rockera.
Ajustaban, mientras, los instrumentos los chicos de
Matto Groso. El cronista se pone contento de que llego relativamente
temprano al show que había ido a ver.
Mientras Cortez carga
nervioso el bolso que se notaba desde el espacio que tenía algo valioso,
probablemente pedales, plata y/o marihuana, observo el lugar, era la
primera vez que lo veía sobrio.
Ploteos gigantes de los dibujos
de Rocambole que aparecen en la tapa de octubre aparecen pegados en los
pilares y paredes rojas de Zona Roll. Completan el paisaje fotos de
nuestro panteón ya clásico. El carpo, el ciego que guía a ciegos, el
indio, skay, un desnudo Juanse y otra más del indio detrás del
escenario, que tal vez esperando pogos intensos se encuentra vallado.
Los
asistentes eran un grupo relajado, ese vallado era exagerado, aunque
puede considerarse protección al alejar a los visitantes de las cosas
eléctricas.
No tenía un mango, porque había dejado todo en el
sombrero de la actriz de Desencuentros que había visto en la herrería,
ella era muy linda y tenía la mejor sonrisa, no pude más que dejarle
todo.
Manguié birra y me dio alguien. El violero cae y aceptando
que su pedido “no era muy rockero” pregunta si alguien tenía un
carilina. Uno de los asistentes se lo da. Cortez me dice “se tomo una
pepa entera antes de venir”. El cronista no paraba de elucubrar para que
quería un carilina, pero estoy seguro que no era para lo usual.
El
violero, también me comenta Cortez, habría tomado la inspiración
Kinguiana de nombrar la banda como el campo de rosas / centro del
universo que rodea a la torre oscura.
El show de Mato Groso
estuvo bien, no los había visto antes. El cantante tenía un look
particular. Una onda Spielbergo, con joggings, gorrita, barba, entre
zarpado en croto hipster y sólo croto de entre casa, pero que se yo, era
recordable.
Después empezaron a moverse los chicos de Can’Ka.
Cortez iba de acá para alla con el bolso, yo medio que me preocupe
pensando que capaz tenia C4, y que iba a volar todo a la mierda si
perdía Pacquiao, pero en eso me llega un mensaje señalando que Paqman
había perdido y en sincronía lo veo sacar guita y pedales, tengo un buen
ojo para esas cosas cuando no estoy fumado, debería dedicarme a las
salideras cuando no estoy fumado.
Van armando las cosas y me voy al fondo del lugar. Quería contemplar.
Bajan los Matto, Suben los Can’Ka.
Cortez
ya había advertido cierto acople, me resultó rara la observación, era
de esperar cierto nivel de acople. Cuando arrancan efectivamente las
guitarras aturden con un desconchado acople. Los oídos de todos sangran,
fue un desastre. Nah mentira. Pero si hubo acople hasta que empezaron a
tocar.
La lista fue excepcional, un exquisito popurrí que sin
alejarse del pank y el hard supo tocar todos los matices que tiene que
tener un buen show.
Arrancaron con el inesperado sonido de sirenas que suenan en el emblemático tema pulpfictionero Misirlou.
Me
dejo descolocado, descoloque que aprovecharon para introducir su tema
tranca de La llave, enganchada casi sin respiro con Buscando el momento.
El segundo cover de la noche fue el lado B de a77aque: Caballito
de hierro. Que tras la presentación de la banda y el relato de la vuelta
con nueva formación abrió la puerta a una versión del explosivo hit de
espionaje de nuestro Lalo Schifrin, una versión mas rockera que la de
Lalo pero sin copiar la de Limp Bizkit, y lo que fue un golazo, darle
espacio a los instrumetales, este fue el segundo de la noche. El audio
de la voz no fue de lo mejor, sobre todo por la ecualización que usa el
rock de darle más peso a las violas, pero hacen falta más momentos de
contemplación que los instrumentales dan.
Siguieron la power
Revolver, donde el batero ya se había desatado y estaba sacado con el
tupatupatupa tum tupa tum que mantuvo en El paso del tiempo menos cuando
bajó un cambio en el ultimo cover de la noche Canción Inútil, también
de Attaque 77.
Cerraron el show Mil caminos y Todo aquí que
Cortez interpretó sin la viola, a la que se le había cortado la sexta
(sí, la sexta cuerda…) conchudamente.
Al terminar el show
saludo a Cortez antes de irme, y me comenta que el retorno anduvo para
el orto todo el show. Media pila Zona Roll, pa la próxima.
Ahí nomás estaba la ruta, ahí nomas estaba el 371, ahí nomas estaba mi casa.
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