Texto XV
"Se encontró solo nuevamente,
sin tripulación, sin rumbo, recapitulando. Ya había alcanzado dos soles, recorrido distancias lejanas y desconocidas.
sin tripulación, sin rumbo, recapitulando. Ya había alcanzado dos soles, recorrido distancias lejanas y desconocidas.
En su primera expedición viajo solo, el capitán y su nave, lo más
importante de ese viaje fue descubrir el rumbo a tomar, y dominar los
controles, entender si era capaz de atravesar
el camino que hacía falta.
Libró feroces batallas, perdió en tantas como venció. Logro
dominar el navío, o al menos lo creyó. Sin los manuales, con todavía mucho que
aprender, pensó ir por un camino que parecía correcto y que le permitió saltar pasos para no recostarse
en el sonido monocorde de una música que no lo satisfacía por completo.
Su segundo viaje ya tuvo copiloto, y como era de esperar lo
complejo aquí, no era decidir el destino que aunque lejos estaba, ambos lo observaban
bajo el mismo visor, sino aprender a navegar con el otro tomando también decisiones
importantes y necesitando de él como apoyo. Durante esta empresa su sucedió una
tercera, ya con un cargo inferior, donde lo crucial era adquirir información para
el cuarto. Este -el tercero- fue el más largo, y en su obstinación por el
objetivo, enfrascado en sus actos y placeres perdió su copiloto, e interrumpió
el viaje al segundo sol. Solo no podría, la estrella roja era demasiado logro
para uno; y entendía que de no llegar con el compañero adecuado, los resultados
serían catastróficos.
Con el sol verde en su palmarés, llegó al azul. Un viaje que
le costó trabajo, y en el cual supo entender que la ayuda desde la base era
crucial; no dudo en recostarse sobre ella. Aquí guardó contacto con naves amigas, y trazan,
aun hoy, en la parsimonia de la seguridad adquirida, los mapas hacia una
aventura mayor.
Decidió luego, con buen tino, descansar sus músculos, retirarse.
Pero el tiempo escogido fue más de lo que hubiera pensado necesitar. Ahora se
encuentra con las piernas inquietas, preparando nuevamente el equipaje, para
esta nueva odisea que tiene su ruta inicial fijada, pero que no sabe dónde
desembocará.
Este navegante de movimientos firmes por temporadas, aunque
dubitativos en el balance final, no puede encallar demasiado tiempo el confort que le ofrecen los puertos. Necesita
moverse, reparar pronto su artefacto y seguir viaje; porque entiende que ningún
montaraz se hace sentado; no en las mieles de un pasado recorrido."
El de pantalones rayados, y así misma está su razón.
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