tl;dr: La obra de Mauricio Kartun, Terrenal, se estrenó en el Teatro Marechal de Hurlingham. Llenó y gustó.
Dios creó el mundo, Dios creó a los hombres, y un tiempo luego creó a los que escribimos notas de salidas.
Rascas que no tenemos un peso, pero que aún nos queda en la Sube algo de saldo negativo y buscamos cosas gratis que hacer y, a veces, nos topamos con tesoros. Esta es una de esas veces.
La obra
Terrenal es una obra de teatro que viene resonando fuerte, la obra que te recomiendan todos, y uno tiende a pensar que es más flashera de lo que es.
La sinopsis que se ve en Alternativa teatral promete la famosa alegoría bíblica de Caín y Abel en versión conurbana. Alto boludo el que escribió la sinopsis, no es taaaaaaaan rural el conurbano. Porque la historia propone un terruño perdido y una vida de campo, claro que tengo huerta, pero por jipi, no por vivir en el campo.
En los volantes, su
subtítulo juguetón “Pequeño Misterio Ácrata” bajo el Terrenal aplastante en "tipo 96", predispone a una experiencia politizada.
Retomando la sinopsis de Alternativa teatral, de tinte claro y por ende sospechoso, alterna palabras como “morronero” con “dialéctica imperecedera”. Aludiendo a una posible intelectualización del costumbrismo.
Todo eso invita pero a mí, Luis Segovia, segundo de su nombre, coordinador de piso de la KdM, amante fallido y criador de Lulas, me levantan la guardia. Por eso necesito ponerlo claro, ponerlo en seis palabras: Terrenal es un cago de risa.
Y odio que hagan eso conmigo, que me predispongan a que la voy a pasar bien. Pero también me imagino que usted lector es un pancho antieteatro. Así que no joda, vaya a ver Terrenal, ponga los $230 que sale la entrada, vaya al Teatro del Pueblo en Capital (Av Roque Sáenz Peña 943, ni idea dónde queda eso) o esté atento a las cosas gratis, onda, ahora se viene el Presupuesto Participativo a la UNGS y uno de los proyectos a votar propone traer obras al auditorio UNGS, entre ellas Terrenal.
El lugar
El teatro de Hurlingham no es un lugar habitual para mí, a pesar que me distancia un viaje de 40 minutos en la única línea de bondis que no odio, el 303. Caí allí dos semanas antes, atraído por el Festival Fiebre, que me había alejado del ex Gral Sarmiento y acercado a Tesei (que es Hurlingham pero solo conocía como un camino de paso a Morón donde están los obreros). En el festival Tocaron las Ligas Menores, que nunca vienen por el barrio, pero son una masa. El teatro se hacía cargo de la entrada, así que para mí era gratis.
El lugar es un punto clave del recorrido del 303, desde Malvinas. Es la última parada de Pedro Díaz, antes de agarrar Vergara y enfilar derecho a Morón.
Tiene un paisaje onda plaza, donde el teatro Marechal aparenta haber caído del cielo como un asteroide justo en el medio de la plaza. Como si se hubiera enojado con nosotros, nos da la espalda, dejando ver una nariz asomante, que sería uno de los pilares del frente, para que entendamos el gesto de desdén. Pasa que el teatro tiene la entrada por Vergara, entonces el fondo no es tan lindo y/o cheto como el frente, que es impresionante.
En el fondo del lugar hay una cancha de basket, una tapa de galpón que da a una plataforma donde los jipis matean/escabian, me imagino esa plataforma un resabio de una época en que fue un establo o un galpón militar. Esta reacondicionado pero tiene un aura rara, como una posta perdida en la pampa de las avenidas que alternan farmacias con casas de repuestos.
En su frente hay estatuas, bancos de plaza, una estructura de caminos en V que aumenta la presencia del frente del teatro.
Adentro es lindo y moderno. Una de las paredes del lugar mostraba la avasallante cantidad de cursos y actividades que se están gestando en este momento en ese lugar.
Carlitos Heredia debutó ahí.
Lugar/Organización
La velada que preparó la gente del Teatro de Hurlingham estuvo linda.
No conozco un sistema que impida la especulación y la acumulación de entradas gratis mejor que retirarlas antes de la función. De esa forma se garantiza la concurrencia.
Así que hubo que estar dos horas previas a la función, retirar la entrada y hacer fila para pegar lugares piolas, porque no eran numeradas, cosa que también está piola, porque necesitas entrenar acomodadores si querés hacer numeradas y es realmente un quilombo que toma tiempo si eso no está, hacía frío, y no todos podíamos esperar en la calefaccionada antesala del lugar. Y bueno, les cabió a los que llegaron tarde cagarse de frío o sacar la entrada, refugiarse y volver para la obra en los lugares que consiguieran.
En la antesala vendían comida y bebida, que pintaban ricas y veganas. Pero no había mucho más que hacer más que conversar con tus acompañantes, comer la comida propuesta o interactuar con extraños, muchos de ellos eran jubilados, acostumbrados a la etapa predigital, o como se llame esa etapa donde los vínculos no se daban a través de instagram, o claro, refugiarte en las redes, justamente como instagram.
Mauricio Kartun daba vueltas por la sala de a ratos, y daba ir a cholulear pero te exponías a perder el lugar que tanto te habías embolado para cuidar.
Las entradas las invitó el teatro con un subsidio del Instituto Nacional del Teatro y de Proteatro, diría de seguir esos lugares para ver qué agenda para pobres se puede armar.
Obra 2, llena de spoilers, nadie debe leer esto
La obra es una adaptación del mito bíblico de los hermanos Cain y Abel, ese que Cain mata al hermano por celos generados por la predilección de la ofrenda del asesinado hacia Dios y su consecuente desprecio hacia su laboriosa ofrenda.
Los actores recuerdan
al gordo y el flaco con sus sombreros bigotes y cejas, la parada con la que se
mueven recuerda la rutina de ¿Quién está en primera? el idioma que utilizan
alterna de lo campechano de un Inodoro Pereyra a lo políticamente autista de un
Feinmann (el perseguido ideológico, no el autor).
Los personajes son encantadores, Cain interpretado por Claudio Martinez Bel aún hoy, tres días después me tiene riendo, recuerdo su prosopopeya intransigente a la hora de hablar del capitalito y me tiento. La despiadada forma de paternidad que interpreta Rafael Bruza en el rol de Tatita/Dios me da ganas de tener gemelos para abandonarlos y forrearlos 20 años después, y Abel, a pesar de que Claudio Da Passano le da un barniz borgeano a sus manerismos y una retórica pacifista y jipona, bien merecido se tiene la muerte que le tocó por gato vago planero garcha cuñada.
La adaptación de Kartun me da envidia, pienso que los divertidos diálogos que aparecen en la obra suenan todos a cosas que tenemos incorporados en nuestro ADN federal, rioplatense, conurbanico, bombardeado por la sabiduría popular y la pelotudez, también popular, que se permea entre refranes y consejos, entre reglas enunciadas y sintaxis introyectadas a martillazos. Envidio algo que me imagino fue un ejercicio de pesca, de diálogo, de captura y búsqueda, y me lo imagino compulsivo, como un Nejo que junta pokemones (no entendiste la referencia? pone la kermesse, los lunes a las 21, por fm la uni o escuchala ya acá). Me gusto mucho el choque generacional. Siento que todas las frases que dijeron los personajes se las escuche a mis viejos, a mis abuelos. Nada, un orfebre Kartún, soldando sentidos y ritmos a esta joya.
Y los actores, en sus gestos profundos, fatales, incisivos y precisos. Los recursos sonoros generados por ellos mismos dan ese plus de explotación humana y talento acompañado de técnica que hace que todo lo visto sea más asombroso por tener la magia de la vida en el fondo.
Y obvio la reflexión, que corona la obra (pero ya está en el mito bíblico) explicitada de una manera genial por Tatita, interpretado por Bruza llamando a quemar iglesias (parafraseo, creo que hablaba de la libertad) tiene ese toque que condimenta a la perfección un viaje divertido que te deja algo. Algo intangible que el alcohol y la rutina quemarán, pero algo, algo fenix.
Redondeando
Terrenal, más diez, reco y a favs, Teatro Marechal, despedite de tu cuenta lince, denunciado por demorar veinte minutos en dar sala y tener las sillas de sala a nivel del piso y encima sin poner intercaladas las filas, onda, me quedó el cuello duro de cogotear para esquivar al de enfrente.
El título de la nota es porque caín cultiva morrones y en un momento morfa uno y Abel creo insinúa que se los garcha. Verdurofilia, quién puede caer tan bajo.